Establecido en 2008 por la Asamblea General de la ONU, el 8 de junio celebramos el Día Mundial de los Océanos

Una de cada dos respiraciones es gracias a los océanos. Los océanos nos proveen de recursos, nos alimentan, nos dan energía. Suponen el mayor sumidero de carbono natural del planeta y uno de los pilares más importantes contra el cambio climático. Son el hábitat de un sin fin de especies, de las que solamente llegamos a conocer un 9%. Actúan como un regulador climático y producen la mayor parte del oxígeno con el que contamos en la atmósfera, incluso más que los bosques y selvas de la corteza terrestre. Aportan riqueza, desarrollo y son el soporte de actividades económicas para todo el mundo. Nuestra supervivencia depende de ellos y a pesar de todo, no enmendamos nuestras acciones para protegerlos.

Microplásticos incorporados en las cadenas tróficas, vertidos, eutrofización, alteración de los ciclos biogeoquímicos, cambio climático, desaparición de ecosistemas enteros, sobreexplotación, islas del tamaño de países formadas únicamente de plástico, anoxia, extinción masiva de especies, debilitamiento de los sumideros de carbono …

El mar, el gran unificador, es la única esperanza del hombre. Ahora, más que nunca, aquella vieja frase tiene un sentido literal: estamos todos en el mismo barco. – Jaques Cousteau

La capacidad de resiliencia de los océanos es inimaginable, pero a día de hoy esta capacidad se ve amenazada por la presión antrópica que soportan. La prolongación de esta situación es insostenible y hará que en tan solo en unos años alcancemos el punto de no retorno. Sin embargo, aún estamos a tiempo para remediarlo si tomamos las medidas necesarias y enfocamos la política, la sociedad y economía global de un modo más integrado y sostenible.

Por Marina Palacios